
TA SOM es un pequeño templo budista, ubicado en ANGKOR, que se caracteriza por dos peculiares entradas. En una de ellas, una monumental higuera se fusionó con la piedra del portal y la envuelve retorcida como si sus enormes raÃces fueran pitones buscando ahogar la roca y es, hoy dÃa, uno de los motivos favoritos de las fotografÃas turÃsticas. Sin embargo, no fue ese el ingreso que me atrajo.
Recorriendo el perÃmetro, en busca de la otra entrada, apareció él: el tatarabuelo de los Transformers...
Actualmente, el desgaste de la piedra erosionada y el avance de la vegetación selvática, le han otorgado al otrora buda sonriente la apariencia de un antiguo guerrero pétreo, erguido sobre lo que asemejan dos piernas de piedra. El antiguo buda, convertido en el generoso protector de pájaros, insectos y vegetación tropical, con su brazo de rama florecida parece saludar y dar la bienvenida a ese microcosmos de ruinas llenas de vida que, lejos de apenar por la decadencia de la gloria pasada, provocan una sonrisa colmada de ternura.
El tatarabuelo de los Transformers de lata oxidable, saluda orgulloso y pacÃfico desde la inmortalidad de la piedra, sabiendo que su destino de guardián de la vida será mucho más largo y glorioso que el de sus descendientes cinematográficos.