Los Guardianes del Templo de Angkor Thom
- Bordo viajes
- 29 mar 2019
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ANGKOR THOM es la antigua capital de Camboya. Un lugar legendario, sagrado, milenario custodiado, por donde se lo mire, por monumentales presencias de piedra; algunas benévolas en su gesto, otras terribles y amenazantes; pero todos guardianes de ese sitio que, por alguna razón que desconozco, los antiguos erigieron como capital política y religiosa, con esa lógica de las civilizaciones milenarias que enlazaba el poder político-militar con la voluntad divina.
El camino de ingreso a la ciudad sagrada es una impactante avenida que lleva del espacio profano al espacio sagrado, en un eje a cuyos lados se erigen imponentes guardianes de piedra de escala sobrehumana: a la izquierda, devas de rostros benévolos; a la derecha, demonios de rostros terribles y amenazantes. El claro mensaje a cualquier viandante de intenciones torcidas es: cuidado con tus pretensiones porque este es un sitio de sagrado poder y no se juega con él.
Tanto los devas como los demonios sostienen, bajo uno de sus brazos, el poderoso cuerpo de una cobra real que, aún hoy, en ruinas, no deja de impresionar por su majestuosidad.
Tomé fotos tanto de los devas como de los demonios custodios, pero me detuve en la belleza de los rostros de los devas, por su variedad de gestos y de rasgos -todos son diferentes- y por la paz búdica que se desprende de cada uno de ellos. No son representaciones de Buda -aunque a primera vista pudieran parecerlo- son mucho más antiguos y no son los retratos de hombres iluminados sino de divinidades protectoras de gestos calmos y beatíficos, eternamente fuera de las miserias del mundo de los hombres. Pareciera que estando de su lado nada malo pudiera sucederte, así que ingresé a la ciudad sagrada solicitando paz y resguardo a los devas custodios.
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