Campesina en Magenta
- Bordo viajes
- 4 ene 2019
- 1 Min. de lectura
Actualizado: 11 ene 2019

Silencio. Todo en Vietnam es silencioso; pero no de esa clase de silencio rígido e impuesto sino del tipo del silencio de la concentración en lo que se hace; la clase de silencio producto de sumergirse en la tarea y disfrutar de ella.
En las grandes ciudades hay, por supuesto, ruidos urbanos, pero no percibí gritos ni violencia. Los vietnamitas son medidos en el tono. Calmos, tranquilos, relajados.
Y esa calma es la que creo que sintetiza la foto de esta señora haciendo su trabajo en paz, concentrada en el presente, en el instante, en el aquí y ahora. Un presente sin ruidos, sin voces, sin viento.
Como todos los vietnamitas que vi en el viaje, la señora se veía vestida para la ocasión, con estética y armonía. Es lo que pude observar en ellos: son austeros, dignos, humildes y, a la vez, seguros y orgullosos de su identidad. No reniegan de lo que hacen, por más humilde que sea la tarea y eso se percibe en el cuidado de los detalles: componen los colores y las formas con una naturalidad y una armonía que hace a los campesinos, a los artesanos y a los pequeños comerciantes artistas del buen gusto y del diseño.
La elegancia natural pareciera ser un componente del ADN vietnamita.
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