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El “no amanecer” en Agkor Wat

  • Foto del escritor: Bordo viajes
    Bordo viajes
  • 15 mar 2019
  • 1 Min. de lectura

Ese día me levanté muy temprano. De noche. Viajé somnolienta y a oscuras en compañía de otros turistas que, como yo, saltaron de la cama horas antes del amanecer para asistir a la salida del sol, en el complejo de ANGKOR WAT.


El día anterior me encontré con otras turistas argentinas que me dijeron que el amanecer, en este hermoso sitio, era un espectáculo digno de verse y que valía la pena el sacrificio de despertarse mucho antes del amanecer.


Al llegar, las torres -cuya silueta es la protagonista de la bandera camboyana- me estaban esperando: gigantes, magníficas; sus figuras oscuras recortadas contra el cielo y reflejadas en el agua brindaban una simetría melancólica en ese enorme predio de 81 hectáreas, sin habitantes humanos, de irreal silencio sólo quebrado por el movimiento de cientos de personas buscando el mejor ángulo y la mejor ubicación, para eternizar el amanecer

.

Esperamos, esperamos y esperamos, pero el sol nunca apareció: se comportó como un divo caprichoso incapaz de complacer a su público. Así que no pude ver nada de lo esperado, pero asistí a un “no amanecer” de cielo pálido, nuboso y sin sol… Y tomé nota de que el sol me debe un amanecer de luces y colores en ANGKOR WAT, así que debo volver pronto a cobrármelo.

 

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